sábado, 28 de mayo de 2011

REPORTAJE SOBRE LA SITUACIÓN EN MURCIA. Periódico francés Le MONDE.

En el sur de España, con los "indignados" de Murcia

Se ha convertido en la cita que no hay que perderse. Cada tarde a las 20:30 h, se encuentran entre 500 y 600 personas en la plaza del ayuntamiento, en el centro de Murcia, en el sudeste de España. Jóvenes, en mayoría, pero también sus padres e incluso sus abuelos. Estos "indignados", como se denominan, celebran su asamblea en la misma plaza, que han rebautizado, al igual que en otras ciudades españolas, "plaza de la Revolución del 15 de mayo". Delante de un cartel en el que se puede leer "El micro está abierto", todos toman la palabra por turno para argumentar, proponer, ofuscarse, preocuparse. Diez días tras el inicio del movimiento de contestación social que ha levantado el país, sienten más que nunca el deseo de ver cumplido el proyecto de sociedad que han esbozado.

"Me pagan 5 euros la hora, en negro, en un restaurante; mientras que en el gobierno regional les ofrecen Mercedes como coche oficial", dice un joven. "No somos hippies. Solo gente digna de cincuenta años, que pide un trabajo y una justicia justa", añade una mujer de cincuenta años, suscitando el entusiasmo de la multitud. Más tarde, un jubilado toma la palabra: "En tiempos de Franco, luché por esta democracia. Desde entonces, la han desnaturalizado. Hay que retomar la lucha y no dejarla."

CENTROS COMERCIALES VACÍOS O INACABADOS

Durante tres horas, fluyen sin interrupción las reclamaciones y propuestas. La necesidad de los habitantes de expresarse y ser escuchados es evidente. Hay que decir que Murcia, que aglomera unos cuatrocientos mil habitantes y es una pequeña provincia situada entre Valencia y Andalucía en un paisaje árido, posee la tercera tasa más alta de paro de España, después de Canarias y Andalucía. Un cuarto de la población no tiene trabajo; de los cuales, una de cada dos personas es joven.

En los años 90, esta ciudad basó su desarrollo, mucho más que el resto del país, en la construcción inmobiliaria desenfrenada para responder a unas necesidades turísticas imperantes. Pero, en 2008, la crisis económica se abatió sobre Europa y paró de forma tajante la actividad local. En todos sitios, se observan viviendas, edificios o centros comerciales vacíos o inacabados. Al mismo tiempo, numerosos obreros de la construcción, de los cuales parte son jóvenes sin estudios, se encuentran sin empleo ni sueldo, y por tanto, sin poder pagar sus alquileres. "Hemos llegado a una situación extrema y absurda, con miles de viviendas desocupadas y miles de personas hipotecadas, que pueden ser expulsados en cualquier momento de sus casas, acabando, en algunos casos, en la calle", explica José Torrico Muñoz, abogado, de unos sesenta años.

DESCONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES

Desde entonces, esta población desengañada se ha contentado simplemente con lamentarse sobre la desgracia que le afecta, viendo en ella una fatalidad. "La juventud de aquí es pesimista y apática. Considera que los estudios no sirven para nada y demuestra un desinterés profundo por todo lo relacionado de algún modo con la política", confiesa Juan Cerrano, estudiante de doctorado de 27 años.

"La gente piensa que las cosas no pueden cambiar, confirma Jorge-Luís Diez Urrea, de 32 años, director de una compañía de teatro en paro. El partido popular gana todas las elecciones desde hace dieciséis años. Los políticos son todos corruptos, de la misma manera que los sindicatos, que están muy vinculados con aquellos, sin olvidar que se interesan muy poco por nuestra región. Estamos acostumbrados a que no nos representen ni nos escuchen."

Cuando empezaron las primeras manifestaciones en Madrid y en todas las grandes ciudades del país, el 15 de mayo, los murcianos aprovecharon la ocasión de inmediato para organizar su propia movilización y expresarse, muchos de ellos por primera vez. "Mis padres preferirían verme en la facultad, pero yo no quiero perderme este gesto de solidaridad por nada. Aprendo bastante más aquí, confiesa Margarita Carrillón León, 23 años, estudiante de psicología y filosofía. Nunca había vivido semejante movimiento intergeneracional; esta revolución, ¡es nuestro Mayo del 68!"

"DEMOCRACIA DIRECTA"

Los españoles adultos designan a estos jóvenes como "generación perdida" de "ni-ni", por "ni estudiar ni trabajar", pero los jóvenes añaden ahora un tercer "ni": "ni miedo". No creo que el movimiento me permita encontrar trabajo, pero me devuelve la esperanza, las ganas de luchar" asegura Andrés, de 26 años, actor. Como muchos padres, Maribel Bernabeu, profesora de 51 años, se siente "orgullosa de ellos", "después de todo el tiempo que ha esperado verlos tomar las riendas de su destino, luchar por sus ideales". "Ahora, hace falta, sin embargo, canalizar el movimiento, pasar de la teoría a las acciones concretas", avisa.

En Murcia, como en las demás ciudades, el movimiento de los "indignados" está estructurado en comisiones que se crean a medida que surgen las necesidades: acción, debates, consultas jurídicas, logística, cocina o incluso higiene. En cada una de ellas no escasean los proyectos. Mientras que algunos toman posesión, de manera pacífica, del espacio público para sensibilizar a los ciudadanos, otros luchan contra los deshaucios, llevan a cabo diferentes acciones. Un grupo de obreros de la construcción en paro se plantea también ayudar en la reconstrucción de la ciudad vecina de Lorca, destruida por el seísmo del 11 de mayo.

Si bien los campamentos no deberían seguir durante el verano este lugar con motivo de las altas temperaturas, el movimiento, unido y reactivo gracias a las redes sociales, permanecerá: los "insurgentes" no lo dudan. "Es la primera vez que una movilización de esta amplitud existe en España, no estando organizada por partidos políticos ni por sindicatos, sino por la base. Las personas quieren hacer sus propias propuestas, y sobre todo, los que están en paro, pues tienen tiempo para ello" -asegura José Luis. "Además, aunque el movimiento aprovechó la fecha de las elecciones locales para movilizarse, se considera apartidista. Tiene como meta dar a conocer nuestro malestar y hacer que avancen las cosas." "A cierto nivel, se ha creado una democracia directa, en la misma plaza pública", -asegura Antonio Pujante, ingeniero de 44 años en paro.

Audrey Garric - Le Monde


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